Dientes de leche
El Granada se volvió a mostrar tibio ante el Zaragoza
Evidentemente, el gol es la salsa del fútbol, pero se podría añadir una acepción más, porque en muchas ocasiones el gol sirve como maquillaje, atenúa los defectos y aplaza la exigencia, un efecto matizador bajo el que ha estado viviendo el Granada en la etapa más reciente, donde la pegada y la inspiración individual han tapado carencias que ahora, sin el acierto necesario, afloran como un mazazo de realidad.
Ante el Zaragoza, y tras la derrota en El Molinón, el equipo debía dar un paso al frente, saltar al terreno de juego con el cuchillo entre los dientes y el colmillo afilado, pero la actitud fue complaciente y el equipo ni siquiera reaccionó tras el tanto maño, comportándose con una falta de ambición preocupante, con impulsos aislados, pero sin aparentemente un plan orquestado para evitar el segundo tropiezo consecutivo.
En partidos anteriores, en los que el equipo cubrió el expediente sobre la bocina, la afición fue el ingrediente extra que los jugadores necesitaron para asediar al rival, una actitud inexistente en La Romareda, escenario donde algunos futbolistas rojiblancos mostraron una desidia impropia de profesionales que están luchando por ascender a la máxima categoría.
Por suerte, hay tiempo para reconducir la situación, pero eso pasa por un cambio de actitud colectivo e individual, una conjura para valientes que se deberá consumar ante Las Palmas, la primera final de la temporada, un duelo sin sitio para la indecisión y la pereza.
Reinier, en su estreno, fue el mejor del Granada en un partido gris de los de Guillermo Abascal
El entrenador del Granada ha reconocido que están "buscando soluciones al momento negativo"
